Jesús Ángel Arrate es Biólogo de profesión e historiador apasionado de las guerras carlistas en Euskadi, especialmente de la segunda –tercera en el cómputo total de las habidas en España- en la que aconteció la cruenta “Batalla de Somorrostro” y que tan bien conoce tanto en documentación como sobre el terreno. Este conocimiento le llevó a crear y administrar el magnífico blog “Hechos, Anécdotas y Relatos de Las Guerras Carlistas” (http://mikelatz.blogspot.com.es/) para poder dar a conocer a todos los interesados los resultados de sus investigaciones. Jesús amablemente nos responde a esta entrevista.
Está claro que te interesa la historia en general y las guerras carlistas en Euskadi en particular ¿de dónde proviene este interés exclusivo en las guerras carlistas acontecidas en Euskadi?
Creo que hay dos elementos que han condicionado este interés. El primero, y aunque suene extraño y ajeno a la pregunta, es que me encanta la montaña y el segundo, la lectura en mi época de escolar de “Zalacain el Aventurero” de Pio Baroja. Aquellas páginas despertaron un interés por una parte de nuestra historia que había sucedido en lugares cercanos a mí y en montañas que podía reconocer sobre un mapa. El caso es que tendrían que pasar bastantes años hasta que pudiera visitar muchos de los sitios donde transcurrían los pasajes de novela.
A partir de ahí, no deja de ser una bola de nieve que va cogiendo volumen a medida que rueda. Se empieza con una publicación más relacionada con la montaña que con la historia, a la que le sigue una nueva publicación más específica sobre el tema que abre un nuevo camino, surgen nuevos proyectos y poco a poco vas entrando en un tortuoso sendero.
Por otro lado, es un campo que tiene muchas potencialidades, precisamente por el desconocimiento que existe respecto a estas guerras civiles. Al hablar de ellas todos tenemos una imagen estereotipada basada en una extendida descripción sesgada, las más de las veces deformada por el devenir político, y a todas luces romántica, de una guerra con consecuencias a nivel político, social, histórico, demográfico,…. Cuanto más se profundiza en ellas, más elementos encuentras que se alejan de la concepción “buenos” y “malos”, “blancos” o “negros”. El caso es que siendo un episodio tan cercano en el tiempo y tan condicionante para nuestro devenir histórico, para la que existe tantos datos y bibliografía, resulta extraño el comprobar cómo hemos magnificado determinados factores y obviado otros.
Desde tú punto de vista como experto en las guerras carlistas ¿crees que referente a la última guerra carlista y la guerra civil del 36-39 se puede aseverar el dicho “de aquellos limos estos lodos”?
Entre la finalización de la última guerra carlista (1872-1876) (que no hay que olvidar que fue una guerra civil), y la guerra de 1936, median 60 años. No parece mucho tiempo, pero en ese lapso ocurren muchas cosas en España y otras tantas, permanecen estáticas. Las corrientes de pensamiento político que surgen tras la guerra carlista siguen su propio camino y evolución. En ningún momento hay que olvidar que tanto el carlismo, como el liberalismo, son amalgamas de elementos que confluyen en momentos de la historia bajo un mismo paraguas, pero eliminado el factor que las mantiene conexionadas, comienzan un proceso de divergencia.
Lo cierto es que inexorablemente a principios del XX se irá gestando el caldo de cultivo para que estalle un nuevo conflicto, en el cual se verán reflejados viejos condicionantes arrastrados de la vorágine político-social del XIX. Una sociedad que en un plazo breve de tiempo padece 3 grandes guerras civiles y un sin fin de levantamientos armados, tiene que tener por fuerza elementos reiterativos de descontento que se mantienen a lo largo del tiempo.
Por lo tanto en la guerra del 1936 encontraremos claros anacronismos derivados de la línea de continuidad de conflictos que padecimos, sumados a los nuevos condicionantes históricos.
En el “Estudio y catalogación de los elementos patrimoniales del denominado Cinturón de Hierro de Bilbao”, que la asociación realiza para la Dirección de Patrimonio Cultural del Gobierno Vasco, hemos constatado que en determinadas zonas de la Zona Minera y Encartaciones las trincheras carlistas y las del Cinturón de Hierro se solapan, haciendo difícil diferenciar unas de otras. Qué opinas de las trincheras carlistas de la Batalla de Somorrostro ¿eran tan avanzadas técnicamente como se afirmaba, en comparación con los atrincheramientos que se venían usando desde la anterior guerra carlista?
Las trincheras son elementos básicos de fortificación. Sencillas y útiles de concepción, sirven tanto para proteger, como para obstaculizar. Los ingenieros carlistas en Somorrostro tuvieron la capacidad de adaptarse a los condicionantes de su ejército y a la manifiesta superioridad artillera que presentaban los contrarios. Profundizaron las trincheras, las hicieron más estrechas y con un elemento negativo como era la falta de munición, que obligaba al infante carlista a economizarlas y hacer fuego a muy corta distancia, consiguieron frenar, durante varios meses, a las tropas liberales. De hecho el ejército liberal se vio en la obligación de flanquearlas para poder superar el campo atrincherado, ante la sangría de hombres y material que producía su asalto directo.
Por lo tanto, la fama de esas trincheras no se encuentra tanto en su “técnica” de construcción, sino en la confluencia de múltiples factores que hacían de su uso un elemento “novedoso” que se adaptaba perfectamente al tipo de estrategia defensiva, orografía existente y armamento disponible.
La “trinchera carlista” fue un elemento de desesperación de los que clamaban una rápida victoria sobre un ejército de “sacristanes, mal vestidos y peor armados”; en una mezcla entre táctica bélica moderna sobrevenida por los avances tecnológicos y la anacrónica carga a la bayoneta calada.
Bilbao, o el Gran Bilbao como área metropolitana desde Bilbao hasta la desembocadura del Abra en ambas márgenes, se encontraba rodeado de fuertes para su defensa ¿Cuál es el estado actual de aquellos restos patrimoniales?
Tras el levantamiento del Sitio de Bilbao en mayo de 1874, se dedicó mucho tiempo y esfuerzo en fortificar los márgenes de la ría y evitar un nuevo estrangulamiento de la capital. No hay que olvidar que los carlistas lo único que hicieron fue “alejarse un poco”, manteniendo sus propios fuertes y tropas que seguían hostilizando Bilbao. Estas defensas liberales, algunas veces de nueva factura, otras veces reaprovechando elementos de fortificación existentes, ya fueran napoleónicos o pertenecientes a la I Guerra Carlista, tuvieron una vida efímera. Algunas fueron desmanteladas tras la finalización de la guerra, otras perduraron y se fueron adaptando a los condicionantes del momento, y la mayoría de ellas, desaparecieron bajo el crecimiento industrial y urbano. Actualmente tenemos una serie de ruinas, más o menos consolidadas, más o menos aprovechadas para otras actividades, algunas consideradas como zonas arqueológicas y otras sencillamente sumidas en un aparente “olvido”.
Actualmente hay gran interés entre asociaciones e instituciones en la conservación y puesta en valor del patrimonio construido de la pasada guerra civil, especialmente del Cinturón de Hierro. ¿Consideras que en este aspecto los restos de las pasadas guerras carlistas están olvidados y no suscitan el mismo interés?
Hay que tener en cuenta que las Guerras Carlistas parten con clara desventaja, precisamente por lo que hemos comentado referente a sus esteriotipación como “elementos anecdóticos”, mientras que socialmente somos plenamente conscientes del horror que supuso la guerra de 1936.
Actualmente estamos poniendo en valor elementos patrimoniales bélicos de la guerra del 1936 al mismo tiempo que seguimos levantando fosas de represaliados al amparo de las leyes de “memoria histórica”. Es decir, hay una confluencia de intereses, con numerosas asociaciones, particulares y profesionales de la historia y la arqueología participando de proyectos para los cuales existen vías de financiación. Y el dinero es importante. Y en este proceso hay que estimar en su justa medida el compromiso de asociaciones y particulares, que propiciaron el proceso de cambio y transformación de la sensibilidad social en relación con el patrimonio bélico.
Por lo tanto, y aún asumiendo la idea que tal vez hemos empezado “la casa por el tejado”, es solo cuestión de tiempo que el nicho histórico de los conflictos carlistas, despierte un mayor interés y despunten trabajos de estudio sistemático y puesta en valor de estas guerras.
Me consta que nuevas generaciones de historiadores y arqueólogos de carrera, son conscientes de las posibilidades laborales que despierta este campo; y por otro lado, algunos ayuntamientos ya han comenzado a su pasado carlista con distintas actividades turísticas.
Claro que para conservar y poner en valor primero hay que saber lo que realmente se conserva por nuestros montes ¿sabes exacta o aproximadamente cuanto conservamos y si hay algún inventario realizado?
Es una pregunta complicada de responder. En el ámbito del País Vasco los artículos de corte histórico o arqueológico, ya sean desarrollados por particulares o por profesionales, sobre fortificaciones asociadas a las guerras carlistas, aun no siendo extraños, parece que comienzan a ser abundantes. Es decir, lentamente se ha ido componiendo una imagen territorial de localización de zonas fortificadas, haciendo muchas veces hincapié en su estado de abandono e inminente desaparición.
Lo cierto es que aún hoy en día, y es algo que parece increíble en un medio tan humanizado, nos encontramos con sorpresas. Personalmente he puesto en conocimiento de las autoridades públicas competentes en esta materia, al menos 3 fortificaciones que no estaban ni inventariadas. Por lo tanto, existe un campo de elementos patrimoniales bélicos que se han estado escapando a un mínimo control. ¿Cuánto se puede haber perdido en procesos recientes de crecimiento urbanístico? No sabría decirlo ¿Cuánto conservamos? No tengo una repuesta.
Por lo menos ya hemos pasado la fase de “ser conscientes del problema”, y actualmente existe un proyecto de la sociedad de Ciencias de Aranzadi para inventariar oficialmente todos estos elementos, donde no sólo están incluidos las guerras carlistas, sino también fortificaciones de la guerra de la independencia o la convención, que también dejaron su huella en nuestra tierra.
Ahora queda un camino importante por recorrer: estudio particular, puesta en valor,… etc., necesitándose de personas con la suficiente motivación y conocimientos para trabajar en este campo. Y por supuesto… divulgar y dar a conocer el resultado de las investigaciones.
Eskerrik asko por la atención y colaboración en esta entrevista. Seguiremos con atención tu trabajo a través de tú interesante blog.
Imagen, cortesía de Jesús Ángel Arrate.
Colaborando con la difusión del patrimonio bélicos: “Montes de Otañes: Escenarios Bélicos”
Otras imágenes: Restos fuerte monte Arnotegui.