José Ángel Hierro Gárate, Licenciado en Historia (1999) y Máster en Arqueología (2008) por la Universidad de Cantabria, es junto con Enrique Gutiérrez Cuenca uno de los administradores del interesante y multihistórico blog “Proyecto Mauranus” (http://mauranus.blogspot.com.es). Dentro de este blog, además de artículos sobre diferentes épocas de la historia cántabra, podemos encontrar algunos artículos referentes a la guerra civil y a sus fortificaciones en territorio cántabro, como por ejemplo este último dedicado a la “Línea Agüera” http://mauranus.blogspot.com.es/2016/03/la-linea-del-aguera-2-trincheras.html . Hasta ahora poco se conocía de todo el entramado defensivo construido en este territorio durante 1936-37, algunos libros autoeditados como por ejemplo el magnífico y ya clásico “La guerra civil. Geografía y arqueología del Frente Norte” de Miguel Ángel Fraile López, artículos como “Fortificaciones de la guerra civil y el primer franquismo en Cantabria” de varios autores (Rafael Bolado del Castillo, Alberto Gómez Castanedo, Enrique Gutiérrez Cuenca, José Ángel Hierro Gárate) algunos buenos blogs como por ejemplo “La minería en Castro Urdiales” (http://mineriacastrourdiales.blogspot.com.es) o “Agua y pólvora. La fortificación costera en Cantabria” (https://jaragocrube.wordpress.com) y otras iniciativas aisladas. Pero parece ser que la cosa esta cambiando y que poco a poco se van aunando esfuerzos sacando a la luz una cantidad de restos del patrimonio arquitectónico construido de la pasada guerra civil que, sinceramente, nos ha sorprendido gratamente por la cantidad, variedad de tipologías y sobre todo el magnífico estado de conservación de todas estas construcciones. Mediante esta entrevista intentaremos tomar el pulso al estado actual de las iniciativas cántabras encaminadas a sacar a la luz, proteger y poner en valor todo este patrimonio arquitectónico.
Tú, José Ángel, provienes del mundo académico que hasta hace bien poco ha pasado de puntillas por el patrimonio de la guerra civil. ¿Cómo comenzó tú interés por estas fortificaciones diseminadas por toda Cantabria?
Pues empezó de forma un poco casual. En 2006 trabajaba como arqueólogo profesional y la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria me encargó un informe sobre el conjunto de fortificaciones de la Guerra Civil de la sierra de Tolío (o de La Picota), en Piélagos, para incluirlo en el expediente de declaración de Bien de Interés Cultural. Al año siguiente, la asociación “Galvanes” de Santoña organizó un ciclo de conferencias sobre las fortificaciones en Cantabria a lo largo de la historia y me propuso hablar en ellas de las de la Guerra Civil. Acepté y me puse a mirar lo que había, tanto lo publicado como aquello otro de lo que tenía otras referencias. Yo soy de Colindres y en mi entorno cercano hay gente que ha conocido desde siempre algunas de las estructuras de la “Línea del Asón”, así que me fue fácil dar con ellas (de hecho, estuve en una de crío, hacia el año 89). También en aquel momento, a partir de un comentario de un amigo, Alís Serna, conocí las del cordal Cerredo-Betayo, que recorrí en buena parte, sorprendiéndome a cada tramo con lo que vi. Y a partir de aquellas charlas en Solares y Argoños empecé a interesarme de verdad por el tema. Digamos que me picó el bicho del “fortinerismo” y me inoculó ese veneno del que, no sé si por suerte o por desgracia, no he conseguido recuperarme. Desde entonces hasta aquí se ha convertido en una afición que trato de compatibilizar como puedo con mi trabajo, mi familia y la investigación arqueológica. Y se la he contagiado, en mayor o menor medida, a algunos colegas y amigos con los que formo equipo, como Enrique Gutiérrez Cuenca, Borja Gómez-Bedia y David Blanco.
Hasta hace bien poco en Cantabria no se conocían actividades encaminadas a la catalogación o conservación del patrimonio militar de la guerra civil. Mientras en cambio en Asturias ARAMA lleva trabajando desde hace 10 años y en Euskadi hace ya casi 20 años Sancho de Beurko, ambas dedicadas entre otras actividades a la conservación del patrimonio militar de la guerra civil. ¿A qué crees que ha sido debido esta falta del interés en este ámbito?
Es curioso que sea así porque ya en 1992, el arqueólogo Javier Marcos incluyó una de estas estructuras en su estudio sobre el patrimonio arqueológico de Montehano. Desde entonces se han publicado algunos trabajos muy interesantes sobre el tema, como los de Manuel García Alonso o Miguel Ángel Fraile, ambos centrados en el frente sur. O los nuestros, más recientemente. Y sin embargo no ha surgido ninguna iniciativa como la asturiana o la vuestra. No tengo una explicación para ello, la verdad. Quizá se trate de una muestra más de ese individualismo tan característico de los cántabros…
¿Cuál es el estado actual de las iniciativas dedicadas primeramente a catalogar todo este ingente patrimonio bélico? Es decir, existe alguna iniciativa conjunta o son iniciativas individuales de gente apasionada por la temática.
Hasta donde yo sé, las únicas iniciativas en ese sentido no han tenido carácter general. Por ejemplo, la asociación “Mortera Verde” de Piélagos y el CAEAP de Maliaño catalogaron en 2004 las estructuras de la sierra de Tolío, por encargo de la Consejería de Cultura. El trabajo ya mencionado de Fraile, por ejemplo, tiene en parte forma de catálogo y responde a una iniciativa personal del autor. También el Colegio de Arquitectos hizo un trabajo de catalogación parcial para Cultura en 2010, dentro de un proyecto más amplio sobre arquitectura fortificada en Cantabria a lo largo de la historia. Finalmente, nosotros hicimos un primer inventario, muy superficial, de estructuras en la costa y la zona oriental del territorio en 2011, dentro de una actuación arqueológica que dirigió Borja Gómez-Bedia. Y seguimos investigando sobre el tema, por supuesto, aunque de otra forma y a un ritmo mucho menor del que nos gustaría.
¿Existe interés por este patrimonio arquitectónico construido desde las instituciones autonómicas o municipales cántabras?
Pues eso habría que preguntárselo a sus responsables. Hasta donde yo sé, en el Servicio de Patrimonio sí que tenían la intención de incluirlo en la próxima revisión del Inventario Arqueológico de Cantabria (INVAC), revisión que lleva ya unos años de retraso y que sospecho que va a acumular algunos más. Me consta el interés por el tema de algunos de los técnicos que trabajan allí, aunque también me temo que este asunto no está en la agenda de los dirigentes políticos, que son los que, en última instancia, marcan las directrices en cuestiones relacionadas con el patrimonio. Por supuesto, no podemos olvidar la declaración de BIC del conjunto de La Picota, una actuación en la que el papel de la administración autonómica merece ser elogiado. En cuanto a los municipios, mi impresión es que hay un gran desconocimiento sobre el tema, cuando no se ve la existencia de este tipo de estructuras directamente como un problema o una amenaza para los intereses municipales. Un ejemplo: hace no mucho se han declarado BIC la fortificación de campaña napoleónica del alto de El Gromo, en Argoños, y el reducto de El Brusco. Pues bien, en la misma loma que la primera, en la ladera, existen trincheras y al menos tres nidos de ametralladoras de la Guerra Civil en muy buen estado y que, incomprensiblemente, no han sido incluidos en el BIC (y no precisamente porque no se conozca su existencia, pues los promotores de la declaración tenían en sus manos un informe sobre ellas). En un sentido completamente opuesto, sé que hay intención de poner en valor la casamata de artillería y el polvorín de Los Pinares, en Noja. Y sé también, porque una de las arqueólogas que trabajó en él me pidió en su momento información sobre el tema, que en el catálogo de Patrimonio del nuevo PGOU de Bárcena de Cicero se iban a incluir los nidos de ametralladoras y abrigos activos que hay en el municipio; que, por cierto, son bastantes y muy buenos. Así que parece que, pese a todo, se avanza poco a poco en la conservación y el estudio de este patrimonio tantas veces olvidado.
Nos ha sorprendido la cantidad, variedad y estado de conservación de muchas de estas fortificaciones ¿imaginabas tú tal cantidad de ellas en territorio cántabro? Y ¿a qué factor crees que es debido su buen estado de conservación?
A nosotros también nos ha sorprendido el enorme volumen de estructuras y restos que existen dentro de los límites de la comunidad autónoma, muy superior al que se pueda pensar de primeras y al que la mayor parte de la gente interesada en estos temas imagina. Y eso que aún queda una parte importante por localizar (y algunas han desaparecido en las últimas décadas, aunque las tengamos localizadas en fotografías aéreas antiguas). En cuanto a su buen estado de conservación, imagino que precisamente el olvido sea lo que haya salvado a muchas, sobre todo las localizadas en zonas de montaña o de bosque. En general, no parece que la gente de la posguerra las viera, como ocurrió en otras zonas, como una fuente de la que extraer ferralla y las destruyera, siquiera parcialmente. El ejemplo más evidente de ese “respeto” lo encontramos en los tres “emplazamientos cubiertos para cañón” que han sobrevivido (otro parece que fue destruido durante la guerra), todos en muy buen estado de conservación y con mucho hierro en su interior (y a la vista).
¿Existe planimetría o documentación sobre todas estas fortificaciones?
Lo de los planos es uno de los asuntos que tenemos pendientes y estoy convencido de que cuando por fin podamos dedicarle tiempo y vayamos al Archivo General Militar de Ávila nos vamos a llevar más de una agradable sorpresa. De momento conocemos sólo uno: un plano (con planta y sección) de un “nido tipo” para una línea defensiva proyectada en sector del frente de Espinosa de Los Monteros y Los Tornos. Y algunos croquis de posiciones y panorámicas del frente sur.
En cuanto a la documentación en general, manejamos alguna procedente de ese mismo archivo y del de Salamanca, que pedimos hace años y que nos ha permitido avanzar en la contextualización de algunos de los restos. Por ejemplo, los documentos acerca de los trabajos de la 13 Compañía de Costa y los de los medios artilleros del Cuerpo de Ejército de Santander han sido fundamentales en el estudio de los “emplazamientos para cañón” construidos en 1937 y que publicamos en un número reciente de la revista de arqueología “Sautuola”. Nosotros estamos centrados en la zona oriental y la costa, aunque también tenemos bastante documentación sobre el frente sur y sus fortificaciones. De hecho tenemos más. De todas formas y como ya he comentado, pasaremos por Ávila un año de estos a buscar directamente.
Y ya para terminar ¿qué futuro le auguras a todo este patrimonio militar cántabro?
Pues lo cierto es que no me atrevo a hacer un pronóstico firme sobre su futuro. Sí que creo que ahora mismo es mejor que hace unos años y que su conocimiento y difusión están siendo realmente útiles a la hora de garantizar su conservación. Es un trabajo lento (nosotros, por ejemplo, no podemos dedicarle más que una pequeña parte del tiempo que merece y nos gustaría) y a veces tenemos la sensación de que no avanzamos al ritmo deseable, pero creo que el mensaje va calando. Por supuesto que lo ideal sería que recibiese algún tipo de impulso desde las instituciones. Y que estos esfuerzos particulares y parciales convergiesen en algo con más empaque, más sólido, similar a lo de Asturias o Euskadi. Y, por qué no, se estableciese algún mecanismo de colaboración con los grupos y asociaciones de allí y de otras zonas con restos de la Guerra Civil. Por lo que nos toca a nosotros, vamos a seguir con nuestras investigaciones (ahora mismo tenemos entre manos un artículo, también para Sautuola, en el que hemos embarcado a Manuel Castro, del blog “La minería en Castro-Urdiales”) y tratando de dar a conocer por todos los medios posibles (trabajos académicos, conferencias, la red…) este patrimonio y la historia que tiene detrás.
Eskerrik asko por la atención y colaboración en esta entrevista. Os deseamos lo mejor en esta labor “fortinera”.
Imágenes, cortesía de José Ángel Hierro.
- Foto 1: Afuste para cañón de Costa de la batería de La Telegrafía (Cueto)
- Foto 2: Casamata para cañón de Cuchía
- Foto 3: Interior de uno de los abrigos activos de Vivero (Cicero)
- Foto 4: Meseta para ametralladora del abrigo activo de La Peña (Adal-Treto)
- Foto 5: Nido de ametralladoras de Primosto (Adal-Treto)
- Foto 6: Trinchera y nido de ametralladoras de El Gromo (Argoños)