José Ángel Brena Alonso, Asociación Sancho de Beurko.
Tras la pérdida de Bilbao el 19 de junio de 1937 el Ejército Vasco sufrió una la pérdida de cerca de 30 batallones, con lo que se produjo un efecto dominó que alcanzó a todas las localidades de la Margen Izquierda de la ría del Nervión, que fueron cayendo en manos de las Brigadas de Navarra entre el 22 y el 23 de junio. Para paliar en lo posible la debacle, el Alto Mando del Ejército del Norte dispuso la formación de 3 divisiones provisionales, A, B y C, compuestas de tropas vascas y unidades de refuerzo llegadas de Santander y Asturias. La división A se encargaría de la defensa del sector de Somorrostro (Muskiz, Bizkaia) desde su puesto de mando en la localidad cántabra de Castro Urdiales, pero el rápido avance de las tropas franquistas había alcanzado la ría del Barbadun tan rápidamente que su jefe, el comandante Bravo, tuvo que improvisar la defensa sobre la marcha, llegando a tomar drásticas decisiones que llegaron hasta el fusilamiento de aquellos que “chaqueteaban” en el frente(1). Para ello, se apoyó en un sistema de fortificaciones que cortaba la carretera N-634 en el límite entre Bizkaia y Cantabria del que poco o nada se sabía, salvo la presencia de las ametralladoras del batallón UGT nº 3 “González Peña” en el barrio de Villanueva, que estuvieron emplazadas en la casa de Pasionaria, como nos relató Eduardo Uribe. La línea aguantó unos días sostenida por dos de los batallones de la 5ª Brigada, el Bakunin y el Araba, aunque fueron muchos otros los que pasaron por Muskiz en su retirada, causando en el pueblo graves destrozos, como la quema del Ayuntamiento, la iglesia y la casa de los Merino-Saralegui(2). Finalmente, el 2 de julio la Brigada Mixta italo-española Flechas Negras rebasaba esas posiciones llegando hasta Ontón(3), lo que motivó una serie de contraataques de los batallones vascos para recuperar la estratégica posición de Peña Amarilla, que resultaron infructuosos a costa de grandes pérdidas por ambos bandos. A partir del 5 de julio y hasta la ofensiva final sobre Cantabria del 14 de agosto, el frente quedó definitivamente estabilizado a partir de Ontón, extendiéndose por detrás del Castro Alén, Trucíos -donde tuviese su última reunión en territorio vasco el Consejo de Gobierno de José Antonio Aguirre- y Karrantza.
Así las cosas, hace unos años tuvimos ocasión de conocer gracias a la información que nos aportaron algunos amigos de la Asociación un complejo formado por varios nidos de ametralladoras y trincheras construidos en el Pico Cueto entre el barrio de Ontón (Castro Urdiales) y Kobaron (Muskiz) que tenían como finalidad el corte de la carretera local que comunicaba con el barrio marinero de Pobeña y, lo que es más importante, la N-634 a la altura del alto de El Haya, cerrando la principal ruta de comunicación para entrar en la provincia de Santander. Del estudio de este centro de resistencia nos sorprendieron principalmente dos cosas: la primera, que se trataba de unas fortificaciones pensadas para cortar el paso hacia Cantabria desde el territorio vasco, estando enfrentadas al Cinturón de Hierro a una distancia de poco más de 3 km. Es decir, que desde el Alto Mando del Ejército del Norte ya se había pensado en la necesidad de, una vez perdida Bizkaia, defender el territorio cántabro tras la más que posible retirada de las fuerzas por la carretera de la costa . Lo segundo que nos llamó la atención fue la tipología de estos nidos, ya que eran completamente diferentes a lo acostumbrado en el Cinturón, tanto más extraño cuando se encontraban tan cercanos. Estos asentamientos blindados de hormigón (de los que sólo se conservan tres de los seis que hubo, dos en buen estado y uno con la cubierta volada) son muy similares a los que comúnmente se encuentran en Asturias, por poner un ejemplo. Son de planta circular semienterrada y cubierta de considerable grosor (el intradós(3) es abovedado en cúpula mientras el trasdós(4) es liso), presentando una entrada trasera a la que se accede desde la misma trinchera y dos pequeñas troneras en su frente. También cuentan con dos pequeños huecos para colocar munición y otros utensilios. Gracias a un vecino de la zona sabemos que uno de ellos desapareció por una pequeña cantera cercana y otro sirvió de cimientos para la torre de telefonía que corona hoy el pico. Este último es muy probable que no se tratase de un nido sino de un observatorio para dirigir el tiro de todas las ametralladoras emplazadas a su alrededor, aunque de momento sólo es una hipótesis. Recordemos que estos centros de resistencia basaban su eficacia en la continuidad y flanqueo múltiple con ametralladoras en un estudiado plan en el que, básicamente, un nido cruza sus fuegos con el otro y así sucesivamente. La diferencia de tipologías con los del Cinturón de Hierro nos llevan a pensar que estos fortines no fueron realizados por personal del Ejército Vasco, sino que respondían a instrucciones del propio Estado Mayor del Ejército del Norte.
Tras analizar la zona desde el punto de vista militar (siempre debe pensarse como lo harían los ingenieros militares de la época a la hora de planificar la construcción de unas fortificaciones) teníamos sospechas de que en el otro cordal existente sobre El Haya, llamado Peña Amarilla, existiese algún tipo de fortificación para poder cerrar con garantías el paso de la carretera N-634, pues intuíamos que las tropas vascas habían evacuado el barrio de Villanueva -situado bastante más abajo- hacia unas posiciones más defendibles, pero lo habíamos ido posponiendo sine díe. Finalmente, hemos hecho uso de las nuevas tecnologías de GPS y visionado de ortofotos a través de programas como el “Visor GeoEuskadi” o el “Google Earth”. Gracias a ortofotos de diferentes años y al uso del georadar LIDAR, herramienta esta última incluida en el “Visor GeoEuskadi”, se localizó una estructura de gran tamaño y con claros atrincheramientos a su alrededor. Las trincheras suelen ser bastante fáciles de localizar en las ortofotos, pero localizar las fortificaciones es otra cuestión, ya que al estar semienterradas y cubiertas de vegetación son prácticamente invisibles desde el aire. Tras su localización se procedió a realizar un trabajo de campo que confirmó sobre el terreno todas las expectativas. Se trataba de un observatorio y parapeto anexo a ambos lados realizado todo ello en piedra seca, es decir, piedras trabajadas y colocadas sin cemento o argamasa. El observatorio se ubica en la zona más elevada del atrincheramiento y por delante de él se encuentra una trinchera de combate en zigzag que cuenta con dos ramales que la comunican con el observatorio. Por delante de todo el complejo, pendiente abajo, existen dos explanadas a las que probablemente llegarían los otros dos ramales que parten de la trinchera principal en zigzag. Mientras esperamos a tener los medios necesarios para realizar la topografía de ambos centros de resistencia, podemos establecer una hipótesis fruto de la valoración de todos estos datos, las distancias hasta la carretera y las propias características del terreno.
En la figura 1 podemos ver el observatorio en el centro y dos parapetos a ambos lados, marcándose con una flecha la entrada al observatorio. En la figura 2 ya vemos en su conjunto el observatorio con la trinchera principal en zigzag por delante de él en un nivel inferior (aproximadamente unos 2 m. por debajo), y más abajo a la izquierda lo que podría ser un abrigo con una explanada anexa para el emplazamiento de una ametralladora. A la derecha, fuera de la imagen, existe algo similar pero está todo muy deteriorado y difuminado en el terreno al ser zona de pasto. En las figuras 3, 4 y 5 podemos ver diferentes informaciones sobre las trincheras y sus características.
Con la figura 6 ya podemos explicar todo el entramado defensivo en su conjunto. Es muy probable que desde el observatorio de Peña Amarilla se dirigiera el tiro de una ametralladora con amplio sector de tiro que cruzaría sus fuegos con los nidos del Pico Cueto para cortar la carretera N-634 y estos, a su vez, cortarían la carretera de Pobeña y el paso por la vía minera que bordea los acantilados costeros. Los nidos de Pico Cueto serían a su vez dirigidos por el observatorio que coronaba la posición. La práctica totalidad de estas fortificaciones, salvo uno de los nidos, se encuentran en territorio cántabro. La figura 7 nos aporta una visión de conjunto de todo el sector en un mapa de la Diputación de Bizkaia de 1930 en el que hemos marcado con un círculo rojo los centros de resistencia de los que hemos tenido conocimiento. Véase que primeramente la línea estuvo más adelantada en el barrio Villanueva para bascular posteriormente, teniendo como vértice el Pico Cueto, hacia Peña Amarilla. Finalmente, las figuras 8, 9 y 10 nos muestran algunos nidos de Pico Cueto.
Con este primer trabajo sobre las fortificaciones de El Haya -pendientes, como dijimos, de ser topografiadas e inventariadas- queremos aportar nuestro granito de arena al estudio del extraordinario patrimonio construido durante la Guerra Civil en Cantabria, que ha permanecido olvidado hasta fecha muy reciente, situación que está empezando a cambiar de la mano de los arqueólogos del “Proyecto Mauranus” Enrique Gutiérrez Cuenca y José Ángel Hierro Gárate, quienes con el apoyo de Manu Castro están arrojando luz sobre muchos de estos restos ocultos entre la maleza del monte. Un bonito proyecto que podemos disfrutar de la mano de su blog http://mauranus.blogspot.com.es
Fuentes
(1) Ángel Lamas Arroyo: Los unos y los otros, Luis de Caralt, Barcelona 1972.
(2) Eduardo Uribe y Guillermo Tabernilla, “Un miliciano de la UGT, memorias”, Ediciones Beta, Bilbao, 2006.
(3) Sandro Piazzoni: Los Flechas Negras en la Guerra de España, Editorial Juventud, 1941. El puente de Ontón fue volado para dificultar el avance de las tropas franquistas.
(4) Superficie curva interior de un arco o de una bóveda por su cara cóncava. Se refiere a la cubierta del propio nido.
(5) Superficie exterior de un arco o de una bóveda. Se refiere a la cubierta del nido.