En el “Cinturón de Hierro” están presentes casi todas las tipologías de las obras de fortificación de campaña conocidas hasta el momento del inicio del levantamiento militar en julio de 1936. En Euzkadi la escasa duración de la contienda, que no llegó a 1 año, no permitió que la arquitectura militar fuese evolucionando al ritmo que imponían las nuevas armas y tácticas que el Ejército rebelde y sus aliados llevaban a cabo según avanzaba la guerra, como si pasó en otros frentes. Todo lo estudiado en las academias de ingenieros de la época se puso en práctica en el “Cinturón de Hierro”, más si cabe teniendo en cuenta que el teniente coronel Montaud, que diseño el Cinturón y sus fortificaciones, había sido profesor de fortificaciones en la Escuela Superior de Guerra y lógicamente llevó a la práctica todos aquellos conocimientos. En aquella ardua tarea se le acumularon los problemas, como la falta de tiempo, la escasez de medios impuestos por la guerra, la falta de ingenieros militares y sobre todo de personal experimentado en las construcciones militares, etc.
Todas las fortificaciones militares parten de una zanja de protección de personal, una trinchera, a la que se le añaden dos revestimientos –de mampostería de piedras, madera y hormigón- para evitar el derrumbe de los taludes. Partiendo de esta descripción, se puede hacer una sencilla clasificación de las fortificaciones del “Cinturón” en asentamientos de armas (principalmente, nidos de ametralladoras) y abrigos (refugios), aunque luego existen otros tipos como puedan ser pozos de tirador, parapetos, muros de hormigón o mampostería con aspilleras e incluso construcciones auxiliares como los observatorios, que bien podrían tener su propia categoría o estar incluidas dentro de las dos anteriormente citadas. Como ya se ha mencionado, la variedad de esta tipología es muy amplia; por ello, en las siguientes líneas se describirán los tipos más comunes o aquellos que se pueden observar en la actualidad por haber conseguido conservarse hasta este comienzo del siglo XXI.
Cabe reseñar, antes de empezar a detallar las fortificaciones, la gran variedad de materiales empleados en la construcción de esta línea defensiva, para así comprender mejor la tipología de las construcciones. Los materiales empleados incluían desde los rollizos de pino, tepes de tierra o chapas de metal onduladas hasta el cemento empleado en la creación del hormigón. Los rollizos de pino, los tepes y las chapas de metal onduladas eran usados con profusión en la creación de cubiertas para abrigos, proporcionando una protección más o menos mayor dependiendo de la cantidad de capas de rollizos y tierra que se pusiesen en dichas cubiertas. Otro material importante era la piedra de mampostería, que afloraba en la propia excavación de las trincheras, abrigos y nidos. Estas piedras se preparaban y se usaban para construir sólidos muros para la contención de taludes, parapetos, pozos de tirador o los propios nidos y abrigos. Otro de los materiales, y quizás el más importante, puesto que era el que más consistencia y blindaje proporcionaba a las construcciones, era el hormigón. El hormigón es una mezcla de mortero y grava, siendo el mortero a su vez otra mezcla realizada con cemento (también denominado “aglomerante”), arena y agua, a la que se le añade la grava, también denominada “árido grueso”, que no es otra cosa que cantos rodados de pequeño tamaño o piedra machacada. Si a esta mezcla se le añaden unas armaduras durante el proceso de vertido en el lugar elegido para la construcción se convierte en hormigón armado. El hormigón, por su versatilidad y resistencia, era el material adecuado para la construcción de las cubiertas, sobre todo para los nidos de ametralladora, y de los muros a los que quisiera dotar de una gran resistencia.
Las diferentes denominaciones y la terminología que va a ser empleada a continuación es la que procede del estudio de los manuales militares de la época y ha sido aplicada durante la elaboración del catálogo realizado para la Dirección de Patrimonio Cultural del Gobierno Vasco, terminología que ha sido consensuada y aceptada por sus técnicos.
Trincheras
[Foto trinchera 1 ]
[Foto trinchera 2]
La primera y más básica, pero no por ello la menos importante, de las fortificaciones de campaña es la zanja de protección o trinchera. Las trincheras son la base a partir de la cual, con las modificaciones necesarias, se crean los pozos de tirador, abrigos, asentamientos de ametralladora, etc. Se trata de zanjas excavadas en la tierra para dar protección a los soldados y pueden estar preparadas para poder efectuar el fuego de fusiles y armas automáticas. Se dividen en trincheras de combate y trincheras auxiliares o de comunicación. Las trincheras de combate, o de primera línea, son las que están preparadas para combatir desde ellas. Normalmente constan, en el fondo de la trinchera, de una banqueta de tiro, que permite a los soldados que han de abrir fuego estar a la altura conveniente, mientras que los soldados que transcurren por el interior de la trinchera, a través del pasillo de comunicación, se mantienen a cubierto del fuego enemigo. Las trincheras o ramales de comunicación son las que tienen por objeto permitir la comunicación entre los diferentes elementos que componen una posición organizada. Estas trincheras también pueden tener zonas preparadas para el combate por si es necesaria la defensa desde ellas en algún momento de las operaciones. Según los diferentes trazados se pueden denominar como trincheras en línea, de redientes, en llares, en cremallera, en ondas, en zigzag, traveses, salientes, etc. Normalmente es la propia orografía del terreno la que marca el trazado más adecuado a construir, aunque los sistemas más utilizados por efectividad y protección son los de cremallera y llares. El trazado en zigzag es el más usado para las trincheras de comunicación, aunque en el Cinturón muchas de estas trincheras o ramales de comunicación son prácticamente rectos, sobre todo los que comunican con la contrapendiente del monte, donde se localizan los abrigos a contrapendiente y demás construcciones auxiliares.
Abrigos
[Foto abrigo 1]
[Foto abrigo 2]
[Foto abrigo 3]
[Foto abrigo 4]
Otra de las construcciones de las fortificaciones de campaña y por ende del “Cinturón de Hierro” son los abrigos. Un abrigo básicamente es un refugio en el cual protegerse de los ataques del enemigo, especialmente de los bombardeos tanto de aviación como de artillería. Estos abrigos se pueden dividir a su vez en abrigos pasivos y activos. La diferencia entre uno y otro radica en que los abrigos pasivos sirven únicamente como refugio sin posibilidad
de defensa desde su interior, mientras que en los abrigos activos, aparte del refugio, es posible la defensa desde el interior a través de aspilleras, troneras o ventanas. Dentro de los abrigos pasivos los más comunes, y que se encuentran con profusión por todo el “Cinturón”, son los abrigos en galería de mina. Los abrigos en galería de mina, como su propio nombre indica, son galerías excavadas en la tierra desde la propia trinchera en el talud trasero de esta. Se trata de uno de los abrigos más básicos que existen, pero también uno de los más útiles puesto que prácticamente desde el comienzo de su excavación ya puede comenzar a usarse. El blindaje lo proporciona la capa de tierra que lo cubre y la profundidad que se consiga. A más tierra por encima de la galería mayor será la protección conseguida. Estos abrigos se construían en la roca viva utilizando técnicas análogas a las usadas en la zona minera de Bizkaia, es decir, barrenas neumáticas accionadas por compresor. En caso de no poder usarse las barrenas neumáticas se empleaban picos y palas, aunque de esta manera la dureza del trabajo aumentaba considerablemente. Estas galerías pueden ser de una entrada y unos pocos metros de profundidad hasta 20 ó 40 metros con varias entradas y salidas a diferentes niveles y líneas de trincheras.
Existen también otro tipo de abrigos pasivos realizados con muros de mampostería u hormigón y con cubiertas también de hormigón o rollizos de pino. Estos abrigos pasivos con cubiertas de hormigón suelen tener un hueco en el techo donde poder ubicar periscopios de trinchera que posibiliten la observación del enemigo mientras se está a cubierto en el interior. Suelen tener un tamaño que al menos permita la protección de una escuadra de soldados. En cuanto a los abrigos activos se podrían considerar las trincheras cubiertas y galerías hormigonadas con aspilleras como abrigos activos, puesto que ambas construcciones dan refugio a los soldados y a la vez permiten realizar fuego desde el interior.
Asentamiento de ametralladora
[Foto asentamiento de ametralladora 1]
[Foto asentamiento de ametralladora 2]
[Foto asentamiento de ametralladora 3]
Los asentamientos de ametralladora, también denominados nidos de ametralladora, son los lugares donde se emplazan las ametralladoras como su propio nombre indica. Estos nidos pueden ser “en barbeta” o blindados y ambos pueden contar con un abrigo pasivo asociado para la protección de hombres y materiales. La diferencia entre unos y otros es la protección que prestan a sus ocupantes. Mientras que los primeros pueden ser una simple posición protegida con sacos terreros o un parapeto de tierra de la propia excavación del asentamiento los segundos están construidos en materiales más sólidos y completamente cubiertos para proteger lo máximo posible a la ametralladora y sus sirvientes. Los asentamientos de ametralladora del “Cinturón de Hierro” constan de una amplia tronera a través de la cual se realiza el fuego de la ametralladora, una explanada o meseta donde se emplaza la maquina y, en muchos casos, un abrigo pasivo en el que puedan protegerse los sirvientes y la maquina en caso de ser necesario. En algunos casos, también cuentan con un hueco en la cubierta para la colocación de un periscopio de trinchera
La gran diferencia entre los asentamientos del “Cinturón de Hierro” y los de otros frentes son las amplias troneras y los abrigos pasivos que poseen en su interior, bien a un lateral de la meseta en un plano inferior o justo por debajo de esta. Estos abrigos se construyeron como una solución técnica para proteger aún más a la ametralladora y sus sirvientes durante las fases del combate que así lo requiriesen, como podían ser los bombardeos, resguardándose en dichos abrigos y volviendo a tomar posiciones inmediatamente después del cese de los mismos.
Las grandes troneras eran debidas básicamente a dos motivos. El primero de ellos es porque debido a lo escarpado del terreno existían muchos salientes y recovecos en las zonas a batir por el fuego de la ametralladora, con lo cual contar con unas troneras más grandes permitía unos sectores de tiro mucho más amplios. El otro motivo era que dichas troneras amplias conllevaban, a su vez, explanadas o mesetas igualmente amplias, lo que permitía colocar casi cualquiera de las variadas ametralladoras con las que contaba el Ejército de Euzkadi. Los nidos se construían muchas de las veces con muros de mampostería, consiguiendo de esta manera reducir el empleo de hormigón y los gastos tanto económicos como logísticos que ello conllevaba, y con cubiertas de hormigón reforzadas con armaduras metálicas. En la construcción de un nido podemos decir que se tarda aproximadamente unas dos semanas, aunque en caso necesario los plazos se podían acortar pero comprometiendo la resistencia de la estructura.
Caseríos fortificados
[Foto caserío fortificado]
Dentro de los asentamientos de ametralladora existen unos muy concretos construidos en el interior de caseríos y que permiten hacer fuego desde las fachadas, convirtiéndose en construcciones típicas del “Cinturón de Hierro”. Estos asentamientos han sido denominados en el catálogo como “Caseríos fortificados”. El único que ha llegado hasta nuestros días, aunque se sabe de alguno más, es el de Goikoelejea en Larrabetzu. Se trata de un nido cuyo cuerpo se haya encastrado en la cuadra del caserío, de cuya fachada sólo asoma su frente y la tronera. La idea era sencilla y tiene dos grandes ventajas; la primera era que un asentamiento de ametralladora dentro de un caserío conseguía que este pasase desapercibido ante los vuelos de reconocimiento enemigos, y la segunda es que en caso de bombardeo del caserío los propios escombros enmascararían y protegerían aún más si cabe el nido.
Conjuntos fortificados
[Foto conjuntos fortificados 1]
[Foto conjuntos fortificados 2]
[Foto conjuntos fortificados 3]
Un conjunto fortificado, a modo de centro de resistencia, es una construcción que presenta características de dos o más fortificaciones diferentes, normalmente un asentamiento de ametralladora y uno o dos abrigos activos, que forman un todo homogéneo y compacto protegido por una cubierta. Dicha denominación es la única que no aparece en los manuales de fortificación de campaña de la época utilizados en el presente catálogo, donde construcciones similares aparecen identificadas como “fortín”, denominación esta que es muy indeterminada y genérica, puesto que el término “fortín” aparece descrito en los manuales militares como “termino poco concreto que se aplica a cualquier construcción realizada en materiales de gran resistencia”. Es por ello que se adoptó el término “fortín” para denominar exclusivamente a aquellos restos cuya tipología, debido al deterioro de su estado, no era posible reconocer ni identificar. Los conjuntos fortificados están formados por un nido de ametralladora, que normalmente suele situarse en el centro de la construcción, y dos abrigos activos con aspilleras para fusiles, situado uno a cada lado. También hay casos en que el nido, que puede tener un abrigo pasivo asociado o no, se encuentra en un extremo del abrigo, o se sitúa inmediatamente por delante, accediéndose a su interior a través de un pasillo. Las opciones son varias, aunque la más empleada es la que presenta el nido en el centro de la construcción.
La creación de estas fortificaciones obedece básicamente a dos necesidades. La primera, cubrir otros ángulos que la ametralladora no pueda cubrir con su limitado sector de tiro debido a la orografía, evitando así de esta manera la necesidad de construir un excesivo número de nidos. Y la segunda, que en caso de que la ametralladora falle, o ni siquiera pueda emplazarse debido a la escasez de ellas que tenía el Ejercito de Euzkadi, los fusiles puedan suplir el fuego de dicha ametralladora.
Muros hormigonados con aspilleras
[Foto muros hormigonados con aspilleras 1]
[Foto muros hormigonados con aspilleras 2]
[Foto muros hormigonados con aspilleras 3]
Los muros hormigonados con aspilleras son otras de las construcciones características del “Cinturón de Hierro” de los que sólo dos, de los tres de cuya existencia se tiene constancia, han llegado hasta nuestros días, presentando todas ellos características muy similares, salvo alguna variable. El más alto de los dos muros que se conservan en Larrabetzu tiene 3 mts de altura construidos en hormigón armado con compartimentos de cuatro aspilleras abocinadas hacia el interior y situadas a tresbolillo, en las cuales los hombres se colocaban a diferentes alturas unos de otros. Para ello, unos estaban de pie sobre el suelo, mientras que los de la parte superior se subían a una pequeña plataforma para alcanzar las aspilleras superiores. En el caso del muro de hormigón con aspilleras que se ha descrito, señalar que a ambos lados del mismo se ubican, en la parte baja y casi a nivel del suelo, dos aspilleras redondas. Es muy probable que a través de estas aspilleras se realizara fuego a discreción por medio de un fusil ametrallador, cuyo bípode se situaría en el suelo o en la pequeña repisa que posee una de ellas.
Normalmente se colocaban para cerrar carreteras o puntos vulnerables en llanos fácilmente accesibles por la infantería enemiga. Los muros que cerraban carreteras tenían una característica común que eran unos carriles en los laterales que daban a la carretera a través de los cuales se podía subir y bajar una defensa accesoria conocida como “caballo de frisa”. Delante de estos muros se realizaba una zanja en la carretera que se tapaba con troncos y tablas de madera que, en caso de necesidad, eran retirados procediendo al corte de la carretera.